sábado, 10 de enero de 2009

Holocausto


Una vez más, nunca tarde y como siempre...
las mismas palabras de siempre y alguna falsa sonrisa ocasional,
ya sin el brillo en tus oscuros ojos,
ya sin en el nerviosismo de los viejos tiempos,
ya no siento aquel temblor en tus manos como antaño,
ya no más miradas al suelo o palabras torpes.
Sí, supongo que de alguna manera debía ser así...
Sentados en el mismo lugar de siempre,
el mismo paisaje, la misma gente, la misma brisa,
pero ya no es lo mismo.
Tus ojos líquidos ya no me hablan,
tus manos me tocan sin sentirme
tus labios me besan distantes...
se nos ha ido de las manos...
esa mirada, sé que la he visto antes, ahora lo entiendo,
no me he convertido en otra cosa que no sea una simple obligación,
y no sé porqué aún sigues aquí,
porqué yo aún insisto en tomar tu mano,
porqué el tiempo parece haberse detenido y la felicidad haberse
marchado con ello...
¿porqué seguimos vivos después de este holocausto?

“Como estar viendo una película aburrida”


La puerta se cerró...
salí de puntillas,
me senté en el pasto,
y esperé a que llegaras.

La tarde se hacía gris, fría y tosca...
los rayitos de sol se cerraban,
los pájaros retornaban a sus nidos...
mis ojos estaban cansados.

Miré a través de mis pensamientos,
te hallé dormida sobre mi última brillante ocurrencia,
levemente moviste tu mano...
entonces asumí, que en realidad jamás habías despertado.


...y cuando más tarde hube despertado de mi propio ensueño,
ya no quise seguir siendo yo,
ni que me llamasen con el mismo nombre,
ni vivir en el mismo lugar,
ni mirar a través de los mismos cristales,
ni seguir soportando el tedio de una vida que a ratos me es ajena...
una vida que se desgasta mientras la veo pasar,
y se va, y se va y se va...
y siempre las mismas hojas en otoño,
y las mismas canciones de cuna,
y las miradas inquietantes,
y las lágrimas o risas en la matinée,
y las falsas promesas...
y el deseo de cortarlo,
y no poder...
y quedarse, y quedarse, y quedarse...


“...es como estar viendo una película aburrida, y saber que, sin embargo, en la calle es peor...y quedarse”
(“La noche boca arriba" / Julio Cortázar)

Tú con tu cristalina cristalizada mirada,
una media sonrisa en los labios melancólicos...
me miras ya sin prisa,
y cierras tu mano sobre el tallo de una débil flor,
solo por costumbre,
solo por necesidad...

recuerdo ese último día de tus palabras y versos
dolientes,
la última despedida...
y la vieja canción que se nos fue transformando en
costumbre...
como aquella eterna fuente,
como aquel vino que jamás se acababa...
y la copa que jamás se quedó vacía...

te miro y me pregunto,
¿será posible que alguna vez nos hubiésemos conocido?
después de todo, tú siempre fuiste otra,
y yo siempre fui aquel ser incierto,
inmerso en un mar de cavilaciones...
y tú con tus propios enigmas a medias,
y esas palabras poéticas que son tu propia esencia...

...y jamás te veía,
pero, ¿sabes?
yo era feliz contigo...

nos sentábamos bajo las tinieblas,
con frecuencia hablábamos sobre la muerte,
y nos quedábamos recordando escenas tristes y melancólicas;
lo mismo que nos habían oído otros,
lo mismo que jamás nadie había comprendido...
lo mismo que todos creían que solo eran historias...
pero ellos no lo sabían,
¿cierto?

y así pasábamos las horas que pasaban por pasar...
tú en tu cajita de cristal oscuro,
yo sobre la misma piedra que ha estado ahí desde el principio
de los siglos...
y así sobrevivíamos a una vida que nos era atemporal...
y así magullábamos nuestra propia existencia...

y con todo esto
armamos nuestro propio mundo...
mundo entre gris y negro,
de interminables calles vacías y sin sentido,
de puertas encorvadas,
de ventanas con quebrados vitrales,
de soledades que fueron compartidas.

y así vivimos un mundo que se quedó a medias,
y entre nuestras pesadillas,
hicimos nuestro refugio...
y todo eso acabó sin un final feliz...
como debía ser...
como no pudimos evitar que fuese...

Alter-Ego


A veces, ella pintaba sus labios de rojo,
salía a la calle con un lindo vestido y unos tacones no muy altos;
y caminaba por los parques,
e iba por lugares imaginarios de mágicos colores...
a veces ella era quien vivía su propia vida.

Y más tarde, sin explicaciones, se quedaba dormida,
y así, en aquel inmutable ensueño pasaba horas y horas,
y días y días...
entonces las oscuras cortinas rojizas impedían las luces diurnas,
y ella se quedaba dormida entre sus blancas sábanas de encaje...
entonces despertaba alguien más en esa alcoba.

Y en aquellas tardes de ensueño, un joven siempre salía de la alcoba de ella.
Llevaba un bastón entre sus manos, y una blanca e impecable camisa blanca.
Se quedaba por horas bajo un árbol, leyendo siempre el mismo libro,
con sus labios levemente enrojecidos, musitándole poemas a la nada,
observando el vaivén de las agujas de su viejo reloj...
a veces era él quien evadía la vida por ambos.

Y de pronto un haz luminoso enceguecía sus frágiles ojos café oscuro,
y se quedaba en un salón muy sombrío,
y cerraba todas las puertas,
y todas las ventanas,
y todas las ideas,
y todo lo que estuviese dentro y fuera de sí mismo...

Entonces la muchachita despertaba, pero no lograba recordar nada,
tan solo hallaba una camisa a los pies de su cama,
pero eso ya no la intrigaba...
y cuando se dormía, el joven siempre encontraba unos tacones no muy altos
junto a sus zapatos...

Armand & Marius



“...Cuando subía la escalera, yo corría a su encuentro y me arrojaba en sus brazos. Él me abrazaba y besaba, y dejaba que me apoyara suavemente sobre su pecho...”


Y luego de ello venían horas de felicidad y amores clandestinos. Sentía sus labios presionando suavemente los míos, mientras yo acariciaba su bello rostro de marfil; su rostro...la faz más hermosa que hubiese contemplado en toda mi vida, cual si se tratase de una bella estatua de un ángel caído.
Nos quedábamos en su lecho por largas horas. Y a veces me hablaba...a veces simplemente me reclinaba sobre él...a veces todo me parecía un sueño...a veces si quiera podía distinguir si en verdad lo era.


Tan solo quédate esta noche,
y deja que aquella vela se consuma lentamente,
mientras contempla nuestro secreto.
Dime que te quedarás aunque sea un poco,
permíteme besarte una vez más bajo aquel cielo pintado sobre el techo,
y que las estrellas nos vigilen desde lo alto
que conozcan la gloria que les ha sido negada...
Tan solo me reclinaré sobre tu hombro,
y más tarde tú me dormirás en tus brazos...
y de nuevo todo para mí será bueno,
y tan solo con un roce de tus labios enséñame a perder al mundo de vista,
y tan solo...
tan solo quédate esta noche



“No te vayas esta noche. Cuando amanezca, llévame contigo, maestro”




Armand.

domingo, 4 de enero de 2009

Eva en una caja


Siempre se encontró en ese extraño y reducido lugar desde que podía recordarlo.
De pronto, y solo de vez en cuando, el oscuro cielo se abría ante ella y un potente haz luminoso golpeaba sus grandes y delicados ojos. Por momentos creía que iba a quedarse ciega, pero entonces, el cielo volvía a oscurecerse sobre su cabeza, y ella se acurrucaba en un rinconcito abrazando sus piernas contra su pecho.
Un día oyó algo extraño fuera de esas paredes; era algo así como una voz, o al menos se oía como ella imaginaba que una voz debía oírse. Jamás había salido de ese lugar, y jamás había interactuado con otros...jamás había imaginado que el mundo era más que esas cuatro paredes.
Decidida, se subió sobre una silla, hasta que consiguió treparse en un alto mueble de biblioteca. Extendió sus brazos temerosa hacia el cielo oscuro, y se empinó sobre la punta de sus pies. Sorprendida, notó que aquel extraño cielo subía y se abría ante la presión de sus brazos.
Asomó la cabeza fuera...

Dos personalidades múltiples


Su rostro ya no era el mismo de días pasados; él lo sabía.
Sus pensamientos ya no eran los de antes; ella lo notaba.
Se tomaban de la mano y parecían ya no conocerse, y sin embargo sonrientes deambulaban por los parques sonriendo felices.
É la oía ya sin entenderla en lo más mínimo, pero sonreía y fingía que comprendía cada palabra, atesorándola para la eternidad.
Ella lo miraba encontrando que en algo había cambiado, pero omitía eso y se convencía de que tal vez era solo imaginación suya.
Y así vivían su vida. En su casa de recién casados, con sus conversaciones brillantes y triviales...con el lindo perrito en el jardín.
Pero ellos no eran ellos...
y él no era él,
y ella no era ella.
Él no era su esposo,
Ella no era su esposa.
Él era en realidad ella,
y...
ella era en realidad él.

Before It's Too Late


La puerta se curvaba poco a poco...lo vieron con el correr de los años que les eran ajenos, mientras sorbían esa interminable taza de café que jamás se enfriaba.
Ya no sabían cuantos años habían transcurrido.... A veces, en un principio, él solía mirar el reloj de vez en cuando; y otras veces, lo sabía por el desplazamiento de aquellos tímidos y escasos rayos de sol que se colaban por los ventanales. Y en invierno oían el caer de la lluvia sobre el tejado...
Quisieron salir de pronto: dejaron las tazas aún humeantes sobre la pequeña mesita puesta entre ambos y con paso lento avanzaron.
Él abrió la puerta curva, solo para darse cuenta, que ya nada más existía.

Closer


Las ensoñaciones se dormían en sus recuerdos borrosos, mientras se acurrucaban sentados en aquel olvidado lugar melancólico y extraño.
No dijeron nada cuando el reloj marcó el termino de una vida, ni se miraron a los ojos...tan solo unieron sus manos entre tanteos a la luz de la escasa y magullada mitad de luna que les habían dejado.
Llegó la hora y aún estaban solo...quizás...
Quizás siempre habían estado solos.

...

Se quedaron a solas en el olvidado pórtico. Ella con un pomposo vestido antiguo, él con el cabello peinado hacia el lado y con una corbata rojo tornasolado sobre el cuello de su impecable camisa blanca.
Sentose ella con la vista al suelo; él a su lado apoyó su oscura cabellera sobre su pálido hombro. Ya no vendrían, lo sabían.

Fuegos de artificio




Caía ya la oscura noche sobre centenares de casas; y el cielo se teñía de alegres colores que hacían recordar las fluorescencias del tiempo que se detiene en vano...la alegría de la semana que acababa de pasar.
El mundo se tiñó de colores refulgentes y al segundo siguiente ya nada de eso existía.
Miraban al cielo iluminado por una última explosión colorida y triunfante en el alto cielo...
Notaron de reojo la última chispita en el cielo...
luego su vida se apagó igual que ella.