
Y luego de ello venían horas de felicidad y amores clandestinos. Sentía sus labios presionando suavemente los míos, mientras yo acariciaba su bello rostro de marfil; su rostro...la faz más hermosa que hubiese contemplado en toda mi vida, cual si se tratase de una bella estatua de un ángel caído.
Nos quedábamos en su lecho por largas horas. Y a veces me hablaba...a veces simplemente me reclinaba sobre él...a veces todo me parecía un sueño...a veces si quiera podía distinguir si en verdad lo era.
Tan solo quédate esta noche,
y deja que aquella vela se consuma lentamente,
mientras contempla nuestro secreto.
Dime que te quedarás aunque sea un poco,
permíteme besarte una vez más bajo aquel cielo pintado sobre el techo,
y que las estrellas nos vigilen desde lo alto
que conozcan la gloria que les ha sido negada...
Tan solo me reclinaré sobre tu hombro,
y más tarde tú me dormirás en tus brazos...
y de nuevo todo para mí será bueno,
y tan solo con un roce de tus labios enséñame a perder al mundo de vista,
y tan solo...
tan solo quédate esta noche
“No te vayas esta noche. Cuando amanezca, llévame contigo, maestro”
Armand.
No hay comentarios:
Publicar un comentario