lunes, 16 de febrero de 2009

Extraño idilio


En ese minuto te miré a través de un cristal rojizo. Tu rostro era algo difuso...y mientras me hablas me detengo en cada curva que forman tus labios.
El viejo libro sobre la mesa...se quedó a medias nuestra lectura, así solía ser siempre. Cada vez que decía algo recordábamos algún gracioso evento que había ocurrido hace poco. Me reclinaba sobre tu hombro y me dedicaba a observar las nubes, como si en ello se me fuese la vida; y en realidad, así era un poco.
Las copas aún están medio llenas. Fue el vino que casi recién abriste...hace un minuto celebrábamos algo y ya no sé qué era, de cualquier forma ya no hay ánimo para ello.
Te quedaste ahí, en el umbral de la puerta con una mirada acusadora...representando el papel que, se supone, era el mío.
Te miré sin que me importara...estabas ahí, y era igual que si no lo hubieses estado.
Solté una carcajada sin razón alguna. Diste la media vuelta y saliste sin hacer ruido

Tête-à-tête


Me pregunto en dónde quedó nuestra vieja camaradería de tiempos pasados; y mientras intento indagar en ello te veo ir y venir por la sala: con ese aire arrogante que a veces sueles tener, con aquella sonrisa triunfante al hablarme sobre alguna conquista pasajera.
Tus dedos hojean el libro que hace poco abandoné sobre la mesa. Recuerdo cuando en otros tiempos hacías más que eso; te sentabas y leías todas las torpezas que salían de mi pluma, de alguna manera, ya no extraño esos gestos. Tal vez solo hemos cambiado; tal vez nos hemos convertido en seres demasiado diferentes, y quizás hasta un poco incompatibles.
Tu timbre es el mismo, al igual que tu rostro, pero ya no logro reconocerme ni a mí mismo, menos aún a quien ha desaparecido frente a mis propios ojos.

Alea jacta est


Lo hemos deseado tantas veces que ya no sé si aún sea factible...
tú, irritada me miras desde tu lado de la sala
mientras yo me atormento,
te miro sin que me importes
y me siento con el viejo cuaderno sobre la mesa
redactando los malditos versos que
se me han quedado a medias una vez más.

Con enojo me preguntas sobre algo que escribí,
y más que una pregunta, lo tomas por certeza...
contengo mis ganas de intentar devolverte un estoque
y entre mi callada cólera solo encajo letras logrando
una explicación insípida...
una que ya no te concierne, pienso.

Sigues aquí...y sé que algún día deberemos hablar de todo esto,
y me odio al saber que siempre he sido mejor con las letras
que con las palabras...
me odio al saber que la ventaja está a tu favor...
me odio al pensar en aquella discusión casi previsible,
me odio por saber que terminará mal;
no por ti,
no por mí,
sino por saber que en realidad me he quedado con todas
las palabras a flor de labios.

Miro de reojo...
y finalmente mi vista se fija en el suelo,
como suelo hacerlo siempre.
Te escucho;
estás molesta,
alzas la voz,
me llamas por mi nombre de pila
y me inquieres por no sé qué,
¿porqué no estuve?
¿porqué dije aquello?
¿porqué no hice esto otro?
¿porqué...?
Y entonces te apresuras a decir mil cosas en solo minutos,
creyendo que yo también diría eso y lista para el:
“tú tampoco”...
Pero no.

Te miro y quisiera decirlo...
No, en realidad no sé porqué no estuve,
porqué lo dije o porqué no hice aquello,
pero sé que yo no puedo culparte de lo mismo,
simplemente porque no lo necesitaba,
porque dejaste de ser imprescindible hace mucho,
porque en realidad me cerré a todos
y ya no me importó.
Porque no lo necesité, simplemente.

Y la discusión se ha tornado un monólogo...
te veo hacer gestos con las manos,
alzar cada vez más la voz...
entonces sé que vienen las lágrimas.

Sigo oyéndote...
y no comprendo tu esfuerzo,
si sabemos que se acabó,
si sabemos que no hay segundas oportunidades,
si sabemos que está muerto,
si sabemos que la suerte ya está echada,
y que la hemos forjado nosotros mismos.

Sometimes it's faded


Ya nada sería lo mismo, lo tenías claro al mirarme a los ojos y hacerme esa propuesta. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que nos vimos; sin embrago, puedo recordarte claramente besando el piso, mientras yo te observaba sentada en la misma silla...el tiempo pasaba, y sin embargo nos íbamos quedando, nos íbamos diluyendo lentamente...nos autodestruíamos sin consideraciones.
Tu mano en mi rodilla una vez más...así solía ser, ¿lo recuerdas? Nos perdíamos por las calles sin rumbo fijo luego de algún festejo ocasional con botellas de whisky y ginebra entre las manos. Tus ojos lúcidos, con la mirada perdida y nublada...te conducía a tu cuarto cada noche...y nos quedábamos...
Mis manos sobre tu pecho, y sin embargo, ya no logro sentirte. Mi piel roza la tuya, pero no...mis ojos fijos en las llamas más que en ti, y me pareces más que nada, otro juego inútil de mi miserable vida.
¿No creíste que acabaría así, cierto?...el cabello varios centímetros más corto, y con cero versos escritos en el viejo cuaderno que un día me obsequiaste con la intención de que me convirtiera en la mejor...la tinta aún está fresca en el viejo tintero, pero simplemente, ya no hubo más que decir o inventar...ya no hubo más que vivir.
¿Cuántas veces quisiste lo mismo?...y cientos de veces me negué rotundamente; aún cuando sentía tus manos sobre mi piel y tu aliento cerca de mi cuello...pero jamás quisiste comprender, y siempre regresabas a intentarlo, y siempre te dije lo mismo...pero no esta vez.
Y ya no habrá más llamadas vespertinas...ni peticiones...tú, conseguiste finalmente lo que querías, y yo, a mi modo, también.

Un extraño sueño...


De pronto me vi dentro del baño de aquel liceo, pero era tan distinto, y sin embargo sabía que era el mismo lugar. Estaba en el fondo del pasillo cuando de pronto una puerta se abrió y una chica completamente desconocida para mí salió corriendo y riendo.
Mi mejor amiga se acerca a mí, me dice que algo que a penas le oigo, porque en ese instante llega hasta mí una voz que se me hace conocida. Musité tu nombre en un susurro imperceptible. No podías ser tú...
Avancé lentamente por aquel estrecho y oscuro pasillo; mi mano recorre las puertas blancas como queriendo hacerme comprender que aquello es “real”, que es verdad, que no es uno más de aquellos delirantes sueños de horas y días ya pasados...
Me detengo de pronto...oigo tu risa clara. Pasmado veo esos rojos tacones avanzando por las blancas baldosas del piso. Tu cabello dorado cae suelto sobre tu playera azul mientras tu falda se mueve de un lado al otro mientras te veo correr lentamente hacia el espejo.
Pones un poco de rouge rojo en tus labios. Tus párpados oscuros...veo tu rostro reflejado en aquel espejo. Sales de pronto.
Me quedo parado sin saber qué hacer. Mis labios entre abiertos como si quisieses llamarte...como si estuviesen a punto de decir lo que no te dijeron jamás.
Entonces mis recuerdos son diáfanos y luego me veo caminando por un pasillo mientras mi amiga me guía jalándome del brazo, muy risueña y contenta. Yo me dejo llevar sin más; sin una explicación, sin una oposición, sin una sola palabra.
Atravesamos el patio y llegamos a un salón un tanto vacío, pero lentamente se va llenando. Era una fiesta...
No recuerdo nada. Solo que todo aquello acabó y que la gente empezó a irse, y que entonces te vi. Estabas sentada sobre una banca conversando animadamente con una chica que se te parecía mucho. Sostenías un vaso plástico en tu mano.
Entonces me tomaron por el brazo una vez más para que nos marcháramos. Parecía que ya era algo tarde.
Nos acercábamos a ti lentamente. Entonces con una torpe disculpa logré soltarme y me paré frente a ti sonriente:
Te miré...me miraste sonriendo...y sin embargo, no lograste reconocerme.

Instrucciones para dar cuerda a un reloj (Julio Cortázar)


Allá en el fondo está la muerte, pero no tenga miedo, sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus pequeños rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.

Intitulado (The Ashtray Girl)


Una vez
una vez estuvo aquí
caí en su trampa de melancolía
me dejé llevar por su belleza
incauta
la quiero para mí.

Sin sus movimientos dóciles
Sin la seda entre sus cabellos
Sin su rostro con residuos de maquillaje.

Quisiera caer
para que sus manos me recogiesen
quisiera detenerme
para que ella me observara una vez más con sus ojos serenos.

Sus pies ya no tocan el suelo
los míos siguen aquí
solos
transitorios
creería que su muerte no fue cuando se cerraron las cortinas
cuando cubrieron el espejo con una sábana
cuando el reloj se detuvo en una hora exacta.

Una calendario sin días
Una vida sin ella
Se detuvo
se detuvo todo aquello que alguna vez pudo verla.

Con pisadas suyas en la arena
dignas de alabar
indelebles a los efectos del tiempo y el viento
siguen perpetuas
una mezcla entre quererla y el no dejar que se vaya de aquí.

Los árboles nunca más volvieron a hacer su clásico sonido al pasar el
viento
nunca más volví a ver el sol entre ellos
recordando el verano
nunca más volví a ver a los niños comiendo helado
nunca más
y así ella dejó su huella perenne aquí.

Como una fotografía
su lado de la cama permanece tibio
y quisiera verla entrando ataviada de un día común por la puerta
como siempre me la imagino
como la mujer de mis sueños.

Las murallas hablan entre sí
me atormentan
quieren verme saltar por la ventana
transpirar los vidrios
y entre uno que otro pasar de lado a lado en la habitación
y la veo en el espejo
ella se esconde de mí
la criatura sin color
enterraba sus uñas en mi piel
comía de mis labios
y yo perecía
creyéndome absuelta en ella.

Sin tantos pesares
seguía en la rutina
y ella como si nada.

Cubrí el espejo de nuevo
me senté en el piso
para olvidar todo
dejarla ir de una vez.

Enfermándome de la suicida
que no me deja en paz.

Las luces se apagan
la marea es alta a estas horas
y un sin número de estrellas tiritan a lo lejos
me hablan con su voz.

Se terminó el libro
dejé inconcluso ese capítulo
para que tú en tus espacios con la compañía del suave viento que te
mece
lo sigas escribiendo
y encontrarlo un día
y antes de leerlo
me abraces por la espalda
te cuelgues de mi cuello
hasta ese día que todo en mí también se acabe
y me lleves a descansar junto a tí en tu frío lecho.

Caníbal (Stan Rice)


Escóndeme
de mí.
Llena esos
agujeros con ojos
porque los míos no son
míos. Escóndeme
cabeza y necesidad
porque no soy bueno
tan muerto en vida
tanto tiempo.
Sé ala y
ocúltame
de mi deseo
de ser
pez pescado.
Aquel gusano de
vino
parece dulce y
me produce
ceguera. Y, también
mi corazón esconde
porque tendré, a
este paso, que
comérmelo a tiempo.

domingo, 8 de febrero de 2009

Ambigüedad entre vida & muerte.


Lo sabes...
lo sabes por que ya lo has leído.
Él toma su periódico y lo lee,
luego lo deja a un lado,
toma su café
te ofrece un poco
lo rechazas.
Se ríe de lo que acaba de oír en el viejo radio,
y al minuto siguiente el puñal en su espalda...
lo miras y no te sorprende.
No querías hacerlo, es cierto...
pero tan solo eres un buen actor...
pero tan solo has interpretado el final de mi obra.

Are you the Rabbit?


Huye,
detente...
levanta tu menuda cabeza blanca,
y entorna tus ojos rojizos hacia el sol.
¡Mira!, ¡Mira!
el anaranjado puebla ese cielo,
y ya pronto se teñirá de negro.
Huye...
detente...
espera...
sabes que está cerca,
lo sientes venir,
pero no,
él no está tras de ti,
ni tampoco delante,
ni a tu derecha,
o a tu izquierda...
él está aquí,
lo oyes...
él eres tú desde el otro lado.
¡Ya viene!
se acerca...
te toma entre sus brazos,
entonces lo vez...
¡él eres tú!...
Un último rayo quemante sobre tus orejas...
y adiós
mi trágico conejillo.

Palabras silenciadas de secretos invisibles.


Eso nunca nadie lo supo...
y yo lo oí desde tus gritos silenciados,
pero todo eso se quedó aquí
entre las magulladas paredes que conforman
mi vida.
Y así, me quedé encerrado dentro de mi
cuarto de terciopelo...
y cuando logré salir, una parte de mí
se quedó allí...
Afuera el mundo ya no era tan alegre,
ya no era tan divertido,
ni liviano,
ni grande, ni pequeño,
ni horroroso, ni tenebroso,
ni escabroso, ni tormentoso...
y ni siquiera era un mundo.

Declaración vampírica


Mis labios sobre tu cuello...pareciese que ya lo había soñado antes. Entre el carmín de tu sangre y la palidez de mi rostro se consume esta historia.
Te seguí un par de noches, de seguro no lo notaste. Pensé que podrías ser tú la desinteresada princesa que le entregase su amor a un monstruo para convertirlo en tu príncipe; niñerías mías, supongo. Después de todo, ¿qué se puede esperar de un príncipe oscuro?, ¿de un vasallo de las tinieblas?... ¿o de un cadáver tan bello?

Pareces no comprenderlo,
pero el juego siempre fue así;
y fuiste tú quien primero eligió su rol...
ahora tan solo oigo tu llanto en una
distante esquina...
sabes que no pudo ser de otra manera.

Las mismas máscaras de siempre,
con sus mismos tristes rostros...
como las palabras que escupiste sobre mi
rostro y mis rastrojos de corazón...
Ya no es tiempo de oír excusas

La canción de siempre resonando en mi
cabeza...
hablas dándome la espalda y con la vista
fija en la pared,
palabras sueltas que se convierten en tu
monólogo...
y quizás en el mío si consiguiera
sentir algo ahora...
El mañana se oye como otro imposible

Tocan a la puerta.
Un golpe y es todo, tal vez
han creído que no hay nadie en
casa...
exhalas un largo suspiro y luego
volteas...
te miro sin reconocerte,
a pesar de los años...
Años no es más que una medición
irracional de las vidas.

Recitas parte de las líneas que ya
has aprendido de memoria...
quisiera poder decir lo mismo sobre mí,
y así sentirme tan irreal y artificial
como te estoy viendo ahora.
Realidad no es otra cosa que lo que se
nos hace más creíble de un mundo irreal.

Barajo los naipes sobre la mesa,
observas con ansias...
el uno de corazones pasa rozándose con
un trébol...y finalmente al voltearla,
se presenta la reina altanera...
una media sonrisa en tu rostro: solía
ser tu carta favorita,
y yo solía llevarla en mi sombrero.

Pero nuestras vidas han sido como la
baraja...
y ahora reinas y reyes arden entre las llamas...
y ahora no hay más oportunidades.

The Family: about Charles Manson.


Lo miró aterrada; entraba por la puerta seguido de un grupo de personas que reían estruendosamente, que la insultaban, amenazaban e intimidaban. Ella sabía quienes eran, conocía cada una de sus voces aún cuando la tropa se había acercado lentamente, refugiándose bajo la oscuridad de la habitación.
Los miraba sin la necesidad de abrir los ojos. Estaban ante ella; con grandes cuchillos, hachas, pistolas, escopetas y estoques entre sus pálidos dedos. Y no dejaba de oírse aquella risa vacía y burlona, inundando cada rincón de la pequeña sala.
De pronto oyó que todas las risas se silenciaron a una misma y sola orden. Entonces una voz surgió desde horrible silencio infernal.
- Haz sido una chica muy mala, ¿no es así Linda?. Haz sido una chica muy mala, y tendré que castigarte por eso...las cosas hubiesen sido tan distintas si hubieses mantenido tu labios cerrados como te dije que hicieras...¡pero no pudiste!... no pudiste, ¿cierto?. ¿Creerías que salvarías tu desdeñosa alma a cambio de nosotros?, que equivocada has estado querida, muy equivocada. ¿Sabes?, eras fabulosa, una de las mejores...será un verdadero placer verte retorciéndote en el suelo mientras me regalas un espectáculo digno de una soprano...pero que digo, lo había olvidado ¡no lo harás por que tu lengua será lo primero de lo que te despidas esta noche!
Oyó el sonido de unas afiladas navajas saliendo de sus fundas, el cargar de unas pistolas.
Se quedó sentada en la mecedora sin moverse un solo milímetro. Sabía muy bien lo que vendría después de eso.

Lestat de Lioncourt


“…Cuando al fin dejamos Italia, yo empezaba ya a practicar mis arriesgados jueguecitos con mortales. De vez en cuando veía a un hombre o a una mujer, a un ser humano que me parecía perfecto espiritualmente, y me dedicaba a seguirlo. Primero, prolongaba este seguimiento una semana, después durante un mes, a veces incluso más tiempo todavía. Me enamoraba de aquel ser. Imaginaba una amistad, una conversación, una intimidad que jamás podríamos tener. Luego, en algún momento mágico e irreal, le decía: «¿Pero tú ves lo que soy?», y el humano, en un acto supremo de comprensión espiritual, respondía: «Sí, lo veo, lo entiendo...».
Un desatino, verdaderamente. Muy parecido al encuentro de la princesa que entrega su amor desinteresado al príncipe encantado y éste recupera su forma original y deja de ser un monstruo. Sólo que en este lúgubre cuento de hadas yo penetraba hasta lo más profundo de mi amante mortal. Los dos nos hacíamos uno, y yo volvía a ser de carne y hueso…”


Lestat, el Vampiro (Anne Rice)

Trágico conejo (Stan Rice)


Trágico conejo, una pintura,
Las orejas apelmazadas verdes como maíz apisonado.
La negra frente apuntando a las estrellas.
Una pintura en mi pared, sola

como los conejos son
y no son. Rollizas mejillas rojas,
todo Arte, hocico tembloroso,
un hábito difícil de romper como no hay.

También tu puedes ser un conejo trágico; verdirroja
tu espalda, azul tu varonil pequeño pecho.
Pero, si alguna vez sientes deseos de convertirte en uno,
cuidado con la Auténtica Carne, te

derribará de tu trágico caballo
y romperá tus trágicos colores como un fantasma
rompe el mármol; tus heridas cicatrizarán
tan deprisa que el agua

tendrá celos.
Conejos en papel blanco pintados
aumentan todos los encantos contra su estirpe silvestre;
y sus orejas maíz apisonado se tornan cuernos.

Así pues, presta atención si la trágica vida se siente bien..

atrapada en una trampa para conejos
con todos los colores como espadas de luz solar,
y tijeras como el Señor Viviente.

Karma (Alejandro Jodorowsky)


El arquero, haciendo un esfuerzo grandioso, tensó la cuerda del arco y lanzó su última flecha. La vio alejarse en el horizonte. Esperó inmóvil, hasta que vino a clavarse en su espalda

“Cuando muera el matorral nadaré en el río Green con el pelo en llamas” (Charles Bukowski)


a las 6 en punto empiezan a llegar las mujeres

como el mar o como el periódico de la tarde y, como las hojas

del arbusto de ahí afuera, están un poco más tristes ahora;

bajo las persianas mientras los científicos deciden cómo

ir a Marte o

cómo salir de

aquí. Llega la tarde, es el momento de comer un pastel,

es el momento de la

música,

Whitman está allí, como un cangrejo, como una tortuga

congelada y yo me levanto y cruzo

la habitación.

domingo, 1 de febrero de 2009

Un final made in Hollywood


Dobló en la esquina, y caminó un par de cuadras más. Le llamó alguien por su nombre de pila, pero esta vez no respondió; pues ya no se reconocía bajo el apelativo que le habían designado por gran parte de su angustiosa vida.
Caminó, caminó y caminó...y al cruzar una calle, en la salida de un concurrido café la vio a ella; sabía perfectamente quién era, y que ya era muy tarde para evitarla. Siguió su camino con la vista pegada al suelo cuando ella le detuvo por el brazo; le habló animadamente, como si jamás hubiese pasado nada, como si no recordara las últimas y virulentas palabras que habían intercambiado, ni las miradas de desprecio, ni las lágrimas reprimidas, o los gritos y los improperios...como si siguiesen siendo lo que fueron en tiempos pasados.
Le miró con vaguedad y simulando una casualidad absoluta. Su sombrero le cubría levemente el rostro con el ala, y adoptando un tono frío y melancólico que ya le era muy propio le dijo sin dirigirle la mirada a los ojos:
- Lo lamento, me temo que se ha confundido con otra persona.
Lo natural hubiese sido que ella le rebatiese algo; después de todo, habían pasado los dos últimos años muy cerca. Pero...su voz era otra, era completamente distinta, y sus facciones no eran las que recordaba. Solo soltó la manga de su chaqueta, le dio una torpe disculpa y se marchó apenada.
Y por su parte, el personaje del sombrero se perdió calle abajo, con una extraña sonrisa en su rostro...la actuación de su vida sin duda, el final perfecto de su extraña y melancólica historia. Y heme aquí escribiendo ahora estas líneas...diciendo que todo esto ocurrió dentro de mi mente, y con ello, cerré un capitulo de mi vida.

Hay cosas que ya no lamento... Qui potest capere, capiat.

Mientras se apoyaba en la pared...


Se reclinó un poco frente a mí; sus negras botas relucían bajo su corta falda plisada y sobre sus medias color grafito. Exhaló un suspiro algo pesado, como si estuviese devolviendo una larga bocanada de humo desde su invisible cigarrillo. Me miró con una media sonrisa algo melancólica dibujada en sus labios entre rojos y rosados. Yo estaba sentado sobre el rojo cobertor de mi cama, la observaba como hipnotizado por esos grandes ojos café que se insinuaban centellantes bajo el oscuro flequillo de su cabello.
Apoyó su espalda contra la pared y se dejó deslizar suavemente hacia abajo, hasta que estuvo sentada en el suelo; una de sus piernas estaba estirada hacia adelante y la otra doblada a un costado de su silueta, casi rozando el cable del radio y muy cerca de una de las patas de la pequeña sillita frente al computador. Su espalda aún estaba contra la pared, y sus ojos muy fijos en mí...
Me asomo un poco cerca de la puerta,
allí está el viejo espejo
oculto en algún olvidado sitio
de este lúgubre castillo.

Permanece cubierto por una sábana
como siempre lo estuvo
desde tiempos lejanos
desde que tengo memoria.

Me acerco lentamente
con los pies descalzos
sobre los vidrios rotos
en la alfombra aterciopelada.

Me pongo de pie frente a él
absorta en su mágico marco dorado
en sus dibujos y contornos
en aquel reflejo ausente y blanco.

De pronto el blanco desaparece lentamente
frente a mí unos cabellos rojizos
unos oscuros ojos tan extraviados como los míos
una sonrisa perdida para siempre en tiempo y espacio.

Me quedo pasmada.

Levanto mi mano derecha
la chica del espejo también lo hace.
Esbozo una media sonrisa...
ella me la devuelve de inmediato.

Me siento en el suelo
la veo hacer lo mismo
y su blanco vestido se mueve
con total suavidad.

Acerco mi mano al espejo
cierro mis ojos
mis dedos sienten el contacto con el espejo...
luego la calidez de otra mano.

Eternidad con fecha de vencimiento


Recordaba muy bien la última vez que dijo “para siempre”.
Habían pasado ya infinitos segundos, millones de horas, miles de días y muchos más siglos de los que alguien pueda contar...él recordaba muy bien.
Cada atardecer la encontraba cerca de las viejas ruinas, y entonces le susurraba algo al oído, cuando las palabras aún no eran palabras, en su extraña y primitiva forma le decía lo que todos hemos dicho o diremos alguna vez: “te amo”.
Sobrevivieron así a los años, viendo como el tiempo pasaba por todos...para todos; todos excepto ellos. Y mil veces se citaron “en donde siempre”, y así asistieron sin darse cuenta, al cambio de eras y generaciones, y ambos tan impávidos como si no les importase. Y así, ese lugar tuvo un nombre, y así sus sentimientos tuvieron una denominación.
Horas completas se le iban sentados allí, bajo la estatua de un ángel de triste semblante situado en alguno de los tantos monumentos de Les Innocents. Él la sintió reclinarse sobre su pecho; esa fue la primera vez que lo dijo: “te amaré para siempre”.
Aquella noche él miró sus ojos...ambos estaban algo cambiados. Ella se veía algo cabizbaja, una sonrisa triste y débil se dibujó en sus labios rojos, iluminando su pálido rostro. Él la abrazó contra su pecho y le repitió la misma frase de días y horas pasadas “te amaré por siempre”.
Se quedaron enfrascados en una larga y monótona conversación. Al día siguiente, ninguno de los dos volvió, ni el día después de ese, ni la semana próxima, ni nunca más.
La eternidad de aquel “por siempre” estaba condicionada.

“Everyone says I love you”


La primera vez que lo dijo fue porque tuvo el valor de escribirlo en un papel, al final de una carta “te amo”. Y desde entonces esa frase se hizo algo común entre ambos, que con secretas y cariñosas sonrisas lo repetían una y otra vez el uno a la otra.
Cierto día se percataron de que aquella frase comenzó a hacérseles un tanto vulgar al oír que era pronunciada por miles de labios a diario. Y hallaron la solución que creyeron más perfecta; decir lo mismo en un idioma completamente distinto.
Con el correr de los días, también esa nueva frase se les hizo insuficiente, y una vez más utilizaron la misma fórmula. Y así corrieron los años, hasta un cierto punto en que luego de haber probado todos los dialectos conocidos por la humanidad, no hallaron el consuelo que esperaban.
Fue entonces cuando en uno de sus miles de paseos en los que sus manos se entrelazaban a través de los centenares de parques lo descubrieron todo; en realidad, no se amaban.

Cobarde destino premeditado


me quedé en una esquina
y miraba pasar la vida mientras
todos iban y venían...
absueltos en sus cavilaciones,
absueltos en sus problemas sin soluciones...
en sus vidas sin sentido...
en sus triviales importancias...

me acerqué a la vieja cortina negra,
la descorrí de un lado;
ya no había luz.
me senté en el suelo...

el ir y venir de alguien ahí afuera...
puede ser la muerte,
puede ser el tiempo,
puede ser la encarnación de mis temores,
mis demonios...
o tan solo una mujer,
¿quién sabe?
yo no quiero saberlo...

el calendario se ha borrado frente a mis ojos...
“se nos ha apagado el sol”, oí decir a alguien...
“se nubló...las tres y media”, dijeron más tarde...

a mi lado está ese libro que dejé inconcluso,
aún espera por quien lo termine,
pero yo ya he concluido mi parte del relato...

al frente un espejo roto me devuelve una imagen...
supongo que no está tan disociada de la realidad como creo...

la punta de mis zapatos sigue como siempre...
mis dedos tamborilean nerviosos sobre las tablas
y por mis labios un líquido cálido avanza de a poco.

quisiera encontrarle un final a todo...
quizás no sea el modo
quizás no sea la forma...
túnel negro
luz blanca al final...
y por último...
el dulce y mismísimo final.

Tacones


Me siento en el sofá. Te veo entonces. Sí, los mismos tacones rojos que tantas veces estuvieron sobre la alfombra...de uno de otro modo, siempre era así.
Te miro...realmente ya no recordaba lo realmente bella que eres. Pasó el tiempo y yo me quedé un largo lapso entre mis libros, con la cabeza gacha, mirando siempre ilusionado hacia la ventana, esperando volver a verte.
A veces, creía vislumbrar un bucle de tu cabello asomándose por la puerta...a veces creía oír tu idealizada voz llamándome desde un lejano rincón...
Te miro...te sientas frente a mí. Me sonríes suavemente y acaricias mi rostro con tus dedos. Simplemente me dejo...
Me doy cuenta de cómo te echaba de menos, o más bien dicho, lo que éramos, lo que solíamos ser...lo que era contigo...lo que soy realmente.
No arrastraste tus sandalias sobre el gigante tablero de ajedrez que conforma el piso de la sala. Tus pasos no sonaron y buscaron se imperceptibles...levanté la vista de mi libro (uno de Bukowski), y te miré; te habías sentado muy callada en la silla que estaba cerca del vitral más grande. De pronto creí entender porqué mucha gente te ha dado el mismo apodo...
Me levanté de la silla y me fui a arrodillar delante de ti. Tu cabeza estaba gacha...tomé tus manos entre las mías y entonces me miraste.
- Sorpresa- te dije estúpidamente.
Te hice sonreír.

“…When the drugs don’t work and I no see your face again…”


Solo tomo tu mano como solía hacerlo en distantes tiempos,
solo sonríes al verme llegar...me besas y susurras un
“te quiero”, me parece estar viendo el rostro de alguien más
frente a mí.
Caminamos por las calles, entre la gente que viene y va,
entre los ruidos, entre los murmullos, entre los recuerdos,
entre los anhelos, entre los amores no correspondidos...
dices algo, no sé qué... “sí, quizás deberíamos”, me miras
feliz y te cuelgas de mi cuello, me parece que es el cuerpo de
alguien más el que está tan próximo a mí.
Te observo y lo sé; no significa nada en absoluto,
me tocas y lo comprendo; no quisiese que fueses tú...
me parece que a ratos te transfiguras y eres aquella
imagen que tanto extraño...que me miras con tus cálidos ojos,
que me hablas con voz angelical, que eres quien quiero que seas.
Te oigo y me pareces la perfecta solución momentánea,
tan solo otro simple placebo que calma las ansias,
tan solo otra pastilla que adormece mis demonios,
tan solo otra jeringa que desvanece los demás enlaces psicopáticos,
tan solo otra droga que frena mis impulsos de autodestrucción...
tan solo la falsa sombra del bienestar.

“Every time I think of you...”


Y tras de ti se fue mi vida...
aún caminando en algún horizonte ya lejano,
en la orilla de una playa solitaria...allí, en la
arena sentada a tu lado.

Y tras de ti se fue mi vida...
observándote desde el otro oscuro extremo de la sala
la hallé vagando en mis sueños...
solía mirarme tristemente y tan solo vociferar melancólica
“sí, es cierto...aún la quiero”

Y tras de ti se fue mi vida...
aún anhelante de tus labios, de tus miradas,
de tu amor...
sola tras algún árbol te observa cuando solo yaces sentada
en la desierta banca de alguna plaza ilustrada por mis pensamientos.

Y tras de ti se fue mi vida...
y cada noche te observa, sentada quieta al lado de tu cama,
velando tus sueños...
triste niña mía...¿porqué será que hasta en el ensueño eres tan
maravillosa?
¿porqué será que en esta dura realidad me haces falta?

Y aquí estoy hoy...
emborrachándome de olvidos, de promesas y de palabras...
y aquí yacen mis oscuros ojos,
tal cual como una vez los dejaste,
anhelantes de verte entrar por aquellas puerta...
y aquí está mi corazón,
congelado por el tiempo...latiendo a veces, sangrando siempre,
pero cuando el dolor ya es cotidiano, esto ya no duele,
esto ya no sana...
esto ya no existe...

Y tras de ti se fue mi vida...