lunes, 16 de febrero de 2009

Intitulado (The Ashtray Girl)


Una vez
una vez estuvo aquí
caí en su trampa de melancolía
me dejé llevar por su belleza
incauta
la quiero para mí.

Sin sus movimientos dóciles
Sin la seda entre sus cabellos
Sin su rostro con residuos de maquillaje.

Quisiera caer
para que sus manos me recogiesen
quisiera detenerme
para que ella me observara una vez más con sus ojos serenos.

Sus pies ya no tocan el suelo
los míos siguen aquí
solos
transitorios
creería que su muerte no fue cuando se cerraron las cortinas
cuando cubrieron el espejo con una sábana
cuando el reloj se detuvo en una hora exacta.

Una calendario sin días
Una vida sin ella
Se detuvo
se detuvo todo aquello que alguna vez pudo verla.

Con pisadas suyas en la arena
dignas de alabar
indelebles a los efectos del tiempo y el viento
siguen perpetuas
una mezcla entre quererla y el no dejar que se vaya de aquí.

Los árboles nunca más volvieron a hacer su clásico sonido al pasar el
viento
nunca más volví a ver el sol entre ellos
recordando el verano
nunca más volví a ver a los niños comiendo helado
nunca más
y así ella dejó su huella perenne aquí.

Como una fotografía
su lado de la cama permanece tibio
y quisiera verla entrando ataviada de un día común por la puerta
como siempre me la imagino
como la mujer de mis sueños.

Las murallas hablan entre sí
me atormentan
quieren verme saltar por la ventana
transpirar los vidrios
y entre uno que otro pasar de lado a lado en la habitación
y la veo en el espejo
ella se esconde de mí
la criatura sin color
enterraba sus uñas en mi piel
comía de mis labios
y yo perecía
creyéndome absuelta en ella.

Sin tantos pesares
seguía en la rutina
y ella como si nada.

Cubrí el espejo de nuevo
me senté en el piso
para olvidar todo
dejarla ir de una vez.

Enfermándome de la suicida
que no me deja en paz.

Las luces se apagan
la marea es alta a estas horas
y un sin número de estrellas tiritan a lo lejos
me hablan con su voz.

Se terminó el libro
dejé inconcluso ese capítulo
para que tú en tus espacios con la compañía del suave viento que te
mece
lo sigas escribiendo
y encontrarlo un día
y antes de leerlo
me abraces por la espalda
te cuelgues de mi cuello
hasta ese día que todo en mí también se acabe
y me lleves a descansar junto a tí en tu frío lecho.

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