Me asomo un poco cerca de la puerta,
allí está el viejo espejo
oculto en algún olvidado sitio
de este lúgubre castillo.
Permanece cubierto por una sábana
como siempre lo estuvo
desde tiempos lejanos
desde que tengo memoria.
Me acerco lentamente
con los pies descalzos
sobre los vidrios rotos
en la alfombra aterciopelada.
Me pongo de pie frente a él
absorta en su mágico marco dorado
en sus dibujos y contornos
en aquel reflejo ausente y blanco.
De pronto el blanco desaparece lentamente
frente a mí unos cabellos rojizos
unos oscuros ojos tan extraviados como los míos
una sonrisa perdida para siempre en tiempo y espacio.
Me quedo pasmada.
Levanto mi mano derecha
la chica del espejo también lo hace.
Esbozo una media sonrisa...
ella me la devuelve de inmediato.
Me siento en el suelo
la veo hacer lo mismo
y su blanco vestido se mueve
con total suavidad.
Acerco mi mano al espejo
cierro mis ojos
mis dedos sienten el contacto con el espejo...
luego la calidez de otra mano.
domingo, 1 de febrero de 2009
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