domingo, 1 de febrero de 2009

Mientras se apoyaba en la pared...


Se reclinó un poco frente a mí; sus negras botas relucían bajo su corta falda plisada y sobre sus medias color grafito. Exhaló un suspiro algo pesado, como si estuviese devolviendo una larga bocanada de humo desde su invisible cigarrillo. Me miró con una media sonrisa algo melancólica dibujada en sus labios entre rojos y rosados. Yo estaba sentado sobre el rojo cobertor de mi cama, la observaba como hipnotizado por esos grandes ojos café que se insinuaban centellantes bajo el oscuro flequillo de su cabello.
Apoyó su espalda contra la pared y se dejó deslizar suavemente hacia abajo, hasta que estuvo sentada en el suelo; una de sus piernas estaba estirada hacia adelante y la otra doblada a un costado de su silueta, casi rozando el cable del radio y muy cerca de una de las patas de la pequeña sillita frente al computador. Su espalda aún estaba contra la pared, y sus ojos muy fijos en mí...

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