Ya nada sería lo mismo, lo tenías claro al mirarme a los ojos y hacerme esa propuesta. Mucho tiempo había pasado desde la última vez que nos vimos; sin embrago, puedo recordarte claramente besando el piso, mientras yo te observaba sentada en la misma silla...el tiempo pasaba, y sin embargo nos íbamos quedando, nos íbamos diluyendo lentamente...nos autodestruíamos sin consideraciones.
Tu mano en mi rodilla una vez más...así solía ser, ¿lo recuerdas? Nos perdíamos por las calles sin rumbo fijo luego de algún festejo ocasional con botellas de whisky y ginebra entre las manos. Tus ojos lúcidos, con la mirada perdida y nublada...te conducía a tu cuarto cada noche...y nos quedábamos...
Mis manos sobre tu pecho, y sin embargo, ya no logro sentirte. Mi piel roza la tuya, pero no...mis ojos fijos en las llamas más que en ti, y me pareces más que nada, otro juego inútil de mi miserable vida.
¿No creíste que acabaría así, cierto?...el cabello varios centímetros más corto, y con cero versos escritos en el viejo cuaderno que un día me obsequiaste con la intención de que me convirtiera en la mejor...la tinta aún está fresca en el viejo tintero, pero simplemente, ya no hubo más que decir o inventar...ya no hubo más que vivir.
¿Cuántas veces quisiste lo mismo?...y cientos de veces me negué rotundamente; aún cuando sentía tus manos sobre mi piel y tu aliento cerca de mi cuello...pero jamás quisiste comprender, y siempre regresabas a intentarlo, y siempre te dije lo mismo...pero no esta vez.
Y ya no habrá más llamadas vespertinas...ni peticiones...tú, conseguiste finalmente lo que querías, y yo, a mi modo, también.
Tu mano en mi rodilla una vez más...así solía ser, ¿lo recuerdas? Nos perdíamos por las calles sin rumbo fijo luego de algún festejo ocasional con botellas de whisky y ginebra entre las manos. Tus ojos lúcidos, con la mirada perdida y nublada...te conducía a tu cuarto cada noche...y nos quedábamos...
Mis manos sobre tu pecho, y sin embargo, ya no logro sentirte. Mi piel roza la tuya, pero no...mis ojos fijos en las llamas más que en ti, y me pareces más que nada, otro juego inútil de mi miserable vida.
¿No creíste que acabaría así, cierto?...el cabello varios centímetros más corto, y con cero versos escritos en el viejo cuaderno que un día me obsequiaste con la intención de que me convirtiera en la mejor...la tinta aún está fresca en el viejo tintero, pero simplemente, ya no hubo más que decir o inventar...ya no hubo más que vivir.
¿Cuántas veces quisiste lo mismo?...y cientos de veces me negué rotundamente; aún cuando sentía tus manos sobre mi piel y tu aliento cerca de mi cuello...pero jamás quisiste comprender, y siempre regresabas a intentarlo, y siempre te dije lo mismo...pero no esta vez.
Y ya no habrá más llamadas vespertinas...ni peticiones...tú, conseguiste finalmente lo que querías, y yo, a mi modo, también.
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