
Dobló en la esquina, y caminó un par de cuadras más. Le llamó alguien por su nombre de pila, pero esta vez no respondió; pues ya no se reconocía bajo el apelativo que le habían designado por gran parte de su angustiosa vida.
Caminó, caminó y caminó...y al cruzar una calle, en la salida de un concurrido café la vio a ella; sabía perfectamente quién era, y que ya era muy tarde para evitarla. Siguió su camino con la vista pegada al suelo cuando ella le detuvo por el brazo; le habló animadamente, como si jamás hubiese pasado nada, como si no recordara las últimas y virulentas palabras que habían intercambiado, ni las miradas de desprecio, ni las lágrimas reprimidas, o los gritos y los improperios...como si siguiesen siendo lo que fueron en tiempos pasados.
Le miró con vaguedad y simulando una casualidad absoluta. Su sombrero le cubría levemente el rostro con el ala, y adoptando un tono frío y melancólico que ya le era muy propio le dijo sin dirigirle la mirada a los ojos:
- Lo lamento, me temo que se ha confundido con otra persona.
Lo natural hubiese sido que ella le rebatiese algo; después de todo, habían pasado los dos últimos años muy cerca. Pero...su voz era otra, era completamente distinta, y sus facciones no eran las que recordaba. Solo soltó la manga de su chaqueta, le dio una torpe disculpa y se marchó apenada.
Y por su parte, el personaje del sombrero se perdió calle abajo, con una extraña sonrisa en su rostro...la actuación de su vida sin duda, el final perfecto de su extraña y melancólica historia. Y heme aquí escribiendo ahora estas líneas...diciendo que todo esto ocurrió dentro de mi mente, y con ello, cerré un capitulo de mi vida.
Hay cosas que ya no lamento... Qui potest capere, capiat.
Caminó, caminó y caminó...y al cruzar una calle, en la salida de un concurrido café la vio a ella; sabía perfectamente quién era, y que ya era muy tarde para evitarla. Siguió su camino con la vista pegada al suelo cuando ella le detuvo por el brazo; le habló animadamente, como si jamás hubiese pasado nada, como si no recordara las últimas y virulentas palabras que habían intercambiado, ni las miradas de desprecio, ni las lágrimas reprimidas, o los gritos y los improperios...como si siguiesen siendo lo que fueron en tiempos pasados.
Le miró con vaguedad y simulando una casualidad absoluta. Su sombrero le cubría levemente el rostro con el ala, y adoptando un tono frío y melancólico que ya le era muy propio le dijo sin dirigirle la mirada a los ojos:
- Lo lamento, me temo que se ha confundido con otra persona.
Lo natural hubiese sido que ella le rebatiese algo; después de todo, habían pasado los dos últimos años muy cerca. Pero...su voz era otra, era completamente distinta, y sus facciones no eran las que recordaba. Solo soltó la manga de su chaqueta, le dio una torpe disculpa y se marchó apenada.
Y por su parte, el personaje del sombrero se perdió calle abajo, con una extraña sonrisa en su rostro...la actuación de su vida sin duda, el final perfecto de su extraña y melancólica historia. Y heme aquí escribiendo ahora estas líneas...diciendo que todo esto ocurrió dentro de mi mente, y con ello, cerré un capitulo de mi vida.
Hay cosas que ya no lamento... Qui potest capere, capiat.
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