
Se había alejado por el pasillo, decidí ir tras ella, sin que me notara. Tomándole un poco de ventaja, me quedé de pie en un discreto y apartado rincón del corredor. Ella se acercó; con la cortesía de un caballero la saludé cuando se detuvo ante mí y me hizo una elegante reverencia, mientras me miraba con aquellos grandes y magníficos ojos verdes y profundos.
La miré y le dediqué una sutil sonrisa…adivinando sus pensamientos y complaciéndome de ellos. Sus labios rojos sobre los míos, mis dedos desabrochando suavemente su corsé, su cabello rubio esparcido sobre la almohada blanca con encajes de raso…y un dulce gemido escapando de sus labios…
Si pudiese, le hubiese advertido que se cuidase de sus deseos… ¡pero qué digo!, si pude hacerlo…
La miré y le dediqué una sutil sonrisa…adivinando sus pensamientos y complaciéndome de ellos. Sus labios rojos sobre los míos, mis dedos desabrochando suavemente su corsé, su cabello rubio esparcido sobre la almohada blanca con encajes de raso…y un dulce gemido escapando de sus labios…
Si pudiese, le hubiese advertido que se cuidase de sus deseos… ¡pero qué digo!, si pude hacerlo…
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