
Susurró una frase en su particular acento francés, tomó una de mis manos entre las suyas; besó mis gélidos labios.
Indiferente, miré como el brocado de su pomposísimo vestido rojo aterciopelado se confundía con la alfombra de su cuarto. Sentí sus inexpertas y nerviosas manos recorriendo mi cuerpo, mientras yo, de espaldas en el lecho no lograba hacer más que perderme en el hipnótico brillo de esos azules ojos.
La sentí estremecerse suavemente…pero no pensaba en ello, no pensaba en ese instante. Estaba ausente…ausente evocando todo lo que fue…todo lo que acabaría en ese minuto.
Indiferente, miré como el brocado de su pomposísimo vestido rojo aterciopelado se confundía con la alfombra de su cuarto. Sentí sus inexpertas y nerviosas manos recorriendo mi cuerpo, mientras yo, de espaldas en el lecho no lograba hacer más que perderme en el hipnótico brillo de esos azules ojos.
La sentí estremecerse suavemente…pero no pensaba en ello, no pensaba en ese instante. Estaba ausente…ausente evocando todo lo que fue…todo lo que acabaría en ese minuto.
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