domingo, 10 de mayo de 2009

Un lúgubre cuento de hadas...


El príncipe encantado la observaba desde el apartado rincón
de los ensueños rotos;
melancólico Romeo de triste figura
sentado cerca de ella,
la única Julieta que lo observaba
con su diáfana mirada de damisela eterna y humana.

Momento mágico e irreal
en su realidad predestinada,
un quejido algo vago,
sus labios rojos
la piel como seda helada...

Julieta se abandonó en sus brazos
Romeo la observó,
una triste sonrisa
y musitó un tétrico verso a su oído…

luego un beso…
los ansiosos labios de Romeo sobre el pálido cuello de su Julieta,
ella no dice nada,
él solo cierra sus ojos
y oye su murmullo,
una vida que se cuela por sus vacías venas.

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