
Tan solo me enredé en aquella última palabra
arrastrado las sílabas,
como las hojas que el viento hacía danzar
en el viejo cementerio
era un nudo fácil de desarmar…
yo no te retenía,
y siempre me dejabas ir…
y siempre volvíamos
Nos conocimos en un tiempo sin tiempo,
en un mundo en que éramos vacuidad entre la vacuidad
seres en la nada,
disueltos en el todo del universo…
y cuando vi tus ojos,
supe que los conocía desde antes;
desde cuando tú no eras tú
y yo no era yo…estábamos ahí, pero tampoco estábamos
conocimos el lenguaje muerto
de los poetas siniestros
que con sus plumas negras
conocieron la historia antes de que empezara
y a sangre y miel
escribieron aquellos versos
en papel
y en la propia piel…
y a sangre y fuego
se nos quedó marcado un episodio
una tonada
y una sonrisa algo diáfana,
una lluvia discreta
y aquellos largos kilómetros de distancia
pero eras tú Juliette,
y yo siempre aquel Romeo…
y también estaban aquellas tormentas...
Solté tu mano al comprender que
no eres todo lo que quiero,
mas el que en mí quiere,
no es todo lo que soy
y entonces
también lo supiste…
y nos separamos de nuevo…
pero no tenemos la última palabra…
Nos veremos así en el eterno
bajo las estrellas muertas que sonríen,
y las negras rosas de mis trágicos ensueños
teñidas por el carmín de una misma sangre…
el eterno
siempre está condicionado
a decir
‘mientras dure…’
y mientras dure,
mientras sigamos respirando;
mientras dure,
mientras sepamos usar las palabras;
mientras dure,
mientras nos necesitemos;
mientras dure
el tiempo éste en que compartimos una senda;
mientras dure
mientras se nos haga eterno…
salud por eso…
arrastrado las sílabas,
como las hojas que el viento hacía danzar
en el viejo cementerio
era un nudo fácil de desarmar…
yo no te retenía,
y siempre me dejabas ir…
y siempre volvíamos
Nos conocimos en un tiempo sin tiempo,
en un mundo en que éramos vacuidad entre la vacuidad
seres en la nada,
disueltos en el todo del universo…
y cuando vi tus ojos,
supe que los conocía desde antes;
desde cuando tú no eras tú
y yo no era yo…estábamos ahí, pero tampoco estábamos
conocimos el lenguaje muerto
de los poetas siniestros
que con sus plumas negras
conocieron la historia antes de que empezara
y a sangre y miel
escribieron aquellos versos
en papel
y en la propia piel…
y a sangre y fuego
se nos quedó marcado un episodio
una tonada
y una sonrisa algo diáfana,
una lluvia discreta
y aquellos largos kilómetros de distancia
pero eras tú Juliette,
y yo siempre aquel Romeo…
y también estaban aquellas tormentas...
Solté tu mano al comprender que
no eres todo lo que quiero,
mas el que en mí quiere,
no es todo lo que soy
y entonces
también lo supiste…
y nos separamos de nuevo…
pero no tenemos la última palabra…
Nos veremos así en el eterno
bajo las estrellas muertas que sonríen,
y las negras rosas de mis trágicos ensueños
teñidas por el carmín de una misma sangre…
el eterno
siempre está condicionado
a decir
‘mientras dure…’
y mientras dure,
mientras sigamos respirando;
mientras dure,
mientras sepamos usar las palabras;
mientras dure,
mientras nos necesitemos;
mientras dure
el tiempo éste en que compartimos una senda;
mientras dure
mientras se nos haga eterno…
salud por eso…