domingo, 26 de julio de 2009

Die Büchse der Pandora (Pandora's Box), a Louise Brooks


Era un triste lucero
brillando a penas
con un fulgor mortecino
viviendo a penas
y en una vida que vida ya no era...
Una sonrisa ocasional en su rostro,
un último bastión de verdad en aquella isla de falacias
de máscaras y maquillajes...
Lulú,
querida Lulú...
ellos te observan palidecer bajo los reflectores
y con una sonrisa de satisfacción repletan las butacas,
pagando unos centavos
pretenden ser los cómplices de tus desdichas
y los secretos confidentes de aquella mentira en blanco, negro y grises...
esperan tus lágrimas,
tan solo para poder murmurar «pobrecita»
y pensar que, en el fondo,
siempre hay alguien que puede estar peor que ellos
aunque sea dentro de una mentira
aunque sean incapaces de ver la triste realidad que tus ojos reflejan;
esa realidad que está tras los reflectores,
tras los costosos vestidos, tras las máscaras y los maquillajes...
Lulú,
querida Lulú...
pisas el salón,
envuelta en tu gloria de destellos y éxitos
y oyes el piano, cariño...
¡qué ganas de tapar tus oídos y ya no recordar los horrores de
la lejana infancia!
qué pequeña eras entonces,
y qué cruel se te presentó la vida;
y descubriste la maldad de los hombres,
y tus lágrimas estuvieron ocultas tras tus manos,
en el jardín antes de entrar a casa,
o en el fondo del oscuro armario...
pero todo lo disimulabas
y entrabas en el salón con una radiante sonrisa
fingiendo que todo está bien,
danzando al compás de las tonadas de mami...
qué sonrisa más alegre, pequeña
y qué horrible secreto escondía;
quizás por eso hiciste aquella extraña promesa
de no sonreír sino te apetecía.
El glamour se te ofreció en su absoluto vacío entonces,
y lo comprendiste mejor que nadie
y antes que todos...
pero nadie te creyó
y todos te cerraron la puerta en el rostro
¿y qué importaba?
eras, de todas formas la diosa
aunque de vagabunda hubieses ido por la vida
la más radiante eras tú,
Lulú,
querida Lulú...
qué dura es la vida, cariño
qué maldad hay en el camino...
pero
qué bueno saber que fuiste
qué siempre fuiste
y siempre serás...
qué bueno es despertarme
y ver tu retrato colgado en mi pared
de toscos ladrillos
y con esa mirada, endulzas mi vida,
amor mío...
qué bueno es saber que siempre serás...

El espiral que desciende (propuesto por Red-Eyed)


Escaleras...
escaleras de cristal
sube, baja
y se detiene...

miró a aquel vacío
pero vaya,
se asombró de que el vértigo estuviese ausente...
la marea estaba tranquila a esas horas
y los relojes se habían detenido
en todos los rincones del mundo,
¿y qué importaba?,
a fin de cuentas
su alma era una...
a fin de cuentas,
era un caballero atemporal,
perdido en sus divagaciones
en las ensoñaciones perdidas y sepultadas en esos lugares inciertos
que ya no visitamos,
no por temor,
no por amor propio,
no por molestia,
no por tristeza
o melancolía...
solo por deber,
solo por rutina

se asomó lentamente
apoyado aún en la baranda...
se veía algo hondo,
no lo negaba...

se detuvo de pronto,
y pensó en todo:
en aquellas tristes sonrisas,
las falsas princesas,
las frases inconclusas
y las promesas a medias...
pensó entonces
en la fugacidad de la vida,
en lo pequeña que era cada alegría
que, a fin de cuentas,
no eran más que un pequeño pacto con el diablo

eso era la vida al fin de sus cuentas;
¿no?
una espiral que bajaba lentamente

y él ya no temía hundirse más...
esperaba aquel último suspiro,
lo anhelaba...
y le excitaba la idea de aquella última mirada
y la sensación final...
ya no luchaba contra sus demonios
había aprendido a quererles
y abrazarles dulcemente
con aquella tierna sonrisa de muchacho triste...
su vida entera se resumía a un único y solo propósito

una última calada al cigarrillo
y una mueca amable en su rostro...
el viento no le pareció tan frío...
la tierra estaba deshabitada, o eso parecía...
los jodidos gobiernos se habían colapsado
los hombres se exterminaron con una brutalidad sin precedentes
los sonidos se habían detenido
tras una barrera invisible de disoluta soledad...
helo ahí:
el fin de un mundo...
y helo a él ahí:
el Zaratustra que todo lo había anunciado

tonadas vinieron a su mente
eran sus acordes
que siempre creyó de otros,
pero entonces su corazón le hizo comprender
y tan solo meneó la cabeza con ligereza...
era la hora

se paró del otro lado de la baranda:
entonces recordó sus efímeros momentos felices...
qué bellos ojos oscuros,
y las palabras,
y los atardeceres,
y aquella primera silueta femenina,
y las briznas de pasto bajo su espalda...
¿y qué quedó después de eso?...
las eternas lágrimas cristalinas
los eternos reproches
el vacío absoluto...

su manos se aferraban ya sin ningún ánimo a aquella baranda...
una leve inclinación...
un hondo suspiro
sus ojos se cerraron
sus pies ya no tocaron el suelo
sus cabellos se dejaban guiar por la suave brisa...
una eternidad que duró sólo un segundo...
su vida entera se resumía a un único y solo propósito:
aquella silenciosa y lacónica muerte.



[domingo, 19 de julio de 2009; 21:38 PM]

adieu, mon plaisir


Una lágrima recorrió sus oscuros ojos. Sólo hace algunas horas habían estado juntos; y juntos durmieron bajo aquellas blancas sábanas: con sus encajes y sus inmaculadas cintas de raso. El sueño venía por ellos; y entonces, ella le regalaba una dulce sonrisa, y él entonaba una gastada canción en su oído...y sus negras cabelleras se confundían, y ella tan solo le sonreía, mientras en vano él intentaba dilucidar en dónde acababa su mundo, y en donde comenzaba aquel otro: tan pacífico, tan tibio, tan alegre...
Sus manos se entrelazaron. Ella lo miró, como si por última vez lo viese...algo no iba del todo bien, ¿y qué importaba?; todo era aquel aquí y ahora, y luego ya no habría más. Con sus oscuros ojos, ya le había dado una mirada a aquel futuro, pero tan solo seguía allí, manteniendo aquella virginal sonrisa, sin decirle nada a él; sin querer hacerlo sufrir.
Los mundos colapsarían de un momento a otro; el fuego lo invadiría todo...y un lago silencio vendría ya después. Los años futuros se tornaban oscuros... Pero no habría cambiado nada por aquel minuto.
«Te amo», le musitó entones, con aquella vocecita tierna y musical. Hace muchos soles que aquella palabra ya no tenía sentido. Y entonces los mundos paralelos parecieron despertarse al oír aquella invocación. Los muertos de antaño dieron un suspiro…y lo compartieron con todos aquellos que vendrían después.
Y entonces la fría mano de ella se posó sobre el pecho de él...y se perdieron la una en el otro.
El alba los alcanzó perezosa. Las luces en el cielo parecían saludarlos y al mismo tiempo, decirles adiós con la mano...

Despertó sola, abrazada a su almohada. La pálida virgen siempre estuvo sola.



* adieu, mon plaisir : adiós, encanto.

Ewa chce spac


La dama ya no estaba allí...
tácita, atravesó los fríos corredores;
y dio una última mirada dentro de aquella alcoba;
sus pasos se alejaron silenciosos
mas aquella tibia mirada se quedó en el salón;
junto con su última esperanza
que había sobrevivido a aquel mar de lágrimas,
y que ahora se ahogaba en un mar de soledades...
Taciturna se marchaba la dama,
sus oscuros ojos ya no eran vidriosos...
la porcelana estaba por completo limpia;
inmaculada como aquella primera vez que
la luz se despertó.
El cortinaje se movía lentamente,
confundido con aquel vestido de ribetes y encajes...
La baranda era firme;
el vacío completo...
su mirada ausente;y su corazón...
ya no existía.



* Ewa chce spac: Eva quiere dormir.

The Hireling


Reconocí en sus labios palabras
que no eran las suyas;
un dejo de amargura y nostalgia
llovían sobre sus inmaculados cabellos
y sus ojos serenos se quedaron
mudos y sordos
como perdidos destellos
de aquel día de verano
de aquel falso sol:de aquellos falsos años,
¿quién soy ahora?; me pregunto
entonces;
tan solo aquel espectro cristalino
que amenaza con apagarse;
y entonces sabes que no existió...
una gota de lluvia aferrándose al
cristal; como una de miles,
pero aquella en cual tu mirada descansa...
¿y dónde estás tú ahora?;
perdida en mis recuerdos ocasionales;
atrapada en paisajes ajenos,
añejos
ilusorios
irrisorios...
una figura diáfana que se inicia
en una pequeña placita de pueblo,
lejana
y que acaba en el tétrico
castillo en el que he construido
mi morada.

La culpa es de uno (Mario Benedetti)


Quizá fue una hecatombe de esperanzas
un derrumbe de algún modo previsto
ah pero mi tristeza sólo tuvo un sentido

todas mis intuiciones se asomaron
para verme sufrir
y por cierto me vieron

hasta aquí había hecho y rehecho
mis trayectos contigo
hasta aquí había apostado
a inventar la verdad
pero vos encontraste la manera
una manera tierna
y a la vez implacable
de desahuciar mi amor

con un solo pronóstico lo quitaste
de los suburbios de tu vida posible
lo envolviste en nostalgias
lo cargaste por cuadras y cuadras
y despacito
sin que el aire nocturno lo advirtiera
ahí nomás lo dejaste
a solas con su suerte
que no es mucha

creo que tenés razón
la culpa es de uno cuando no enamora
y no de los pretextos
ni del tiempo

hace mucho muchísimo
que yo no me enfrentaba
como anoche al espejo
y fue implacable como vos
mas no fue tierno

ahora estoy solo
francamente
solo

siempre cuesta un poquito
empezar a sentirse desgraciado

antes de regresar
a mis lóbregos cuarteles de invierno

con los ojos bien secos
por si acaso

miro como te vas adentrando en la niebla
y empiezo a recordarte

Romeo, Julia a tma

¿Me amas, dices?... ¿cómo puedes amarme si yo soy nada, si yo no existo?
Las lágrimas en tus ojos…pero no, no logro comprenderte; no me pidas que lo haga; por favor.
¿Dónde estuvimos todo este tiempo, cariño? Tú tomando corazones ajenos; yo, sentado en mi salón de gastadas cortinas, viendo pasar el tiempo…hasta que de pronto, éste vino por mí, y yo me le entregué con los brazos abiertos.
“Los caminos se separaron”…aquella fue una ilusión; las sendas jamás existieron. Tan solo te miraba de vez en cuando, oculto tras el manto oscuro, amparado por las crueles e ignorantes estrellas…y tú me regalabas una que otra ocasional sonrisa, entonces, me creía en el paraíso.
Pero somos muy sencillos, querida mía. Tan básicos, tan predecibles…tan inexistentes.
Siempre representaste para mí el papel de la dulce Ofelia, y siendo yo aquel trágico Hamlet, no me percataba de tu existencia hasta que ya demasiado tarde era… Y otras veces tan solo eras Julieta, y yo, pretendía ser aquel Romeo; y con versos y ensoñaciones melancólicos, me insinuaba a tu balcón; renegando la carga de ser un infeliz Montesco, pidiendo ser solamente lo que quisieres que fuese…
Jamás existimos, amada mía.
Jamás fuiste mi amante secreta…
Jamás nos amamos por ser lo que somos…
Jamás existió toda esta jodida historia.


(* Romeo, Julia a tma: Romeo, Julieta y las tinieblas)

sábado, 4 de julio de 2009


Sus labios estaban sellados desde que el sol
brilló por vez primera en sus disolutas,
oscuras pupilas
sus dedos se aferraban a aquella tenue esperanza de
redención;
atada al destino de aquella tácita perfecta dama
de triste mirada
y versos altaneros.
Su alma yacía postergada en los ocasionales ruegos
de tiempos pasados
lugares borrados
y alegrías malsanas...
Iba quedándose en cada estación,
deteniendo el tiempo,
transformando el triste viento;
melancólico como aquella que tantas noches sueña...
imposible como un suspiro a media tarde.

Una triste alegría invadía su pequeño mundo interior...
él, criatura tan frágil;
lleno de cavilaciones, incertidumbres,
indecisiones y minúsculas melancolías...
tan solo se quedaba ahí,
muy cerca de la ventana
aguardando por ella:
la triste musa de días pasados...
Una imperceptible sonrisa se posó en sus labios de
eterno niño...
una lágrima resbalaba por su rostro,
y ya aquella musa se desvanecía,
tan solo le quedaban aquellas alegrías vanas...
El espejo se rompió,
y tan solo le quedaron en la mano algunos pedazos;
una roja y muy delgada línea en el suelo...
un pobre y raído resquicio de alma.

Sex, Lies, and Videotape

Una inocente sonrisa en aquel maquillado rostro. Esos rizos azabache cayéndole sobre los hombros, su voz suave y sus sollozos de por medio.
Te miraba y eras la reina de los falsos equívocos. Tan solo estabas ahí, con tu lindo rostro surcado por dos estéticas pequeñas líneas negras que partían desde tus verdes ojos...tus labios temblaban, pero eran tan sensuales como siempre, y aquel vestido ajustado ceñía perfectamente tu curvilínea figura.
Oí tus lamentaciones, mientras te paseabas de un lado al otro de la sala, ocultando tus lágrimas tras un pañuelo de raso y encajes.
- Tan solo mírate, si hasta pareces la respetable señorita que intentabas representar la noche pasada… Lo lamento - no puedo reprimir una sonrisa algo burlona.- Mi amor, eres tan dulce, pero ¡diablos!, lo sabes, soy tan bueno haciendo de malo.
Me diriges una mirada cortante y seca. Tus sollozos se detienen. Coges la botella rota.
- Esto no es una maldita película…yo no soy Bettie Page, o Louise Brooks, ¿me oyes?
- Pero vaya…eres la perfecta maniquí con el rostro de una estrella muerta, mi vida.
Oigo un ruido sordo. El resto de botella ha ido a dar contra la pared.
Me acerco, te afirmo de las muñecas. Intento besarte, no te dejas. Forcejeamos; lo logró. Me muerdes el labio inferior; te suelto rápidamente. Me llevo la mano a los labios: sangro. Me río.
Me das una bofetada. Te arrepientes. Te lanzas sobre mí, caemos sobre el diván.
Mi corbata va a dar al suelo.
El cigarrillo en mi mano sigue encendido.

Corte, quedó perfecto.