
Una lágrima recorrió sus oscuros ojos. Sólo hace algunas horas habían estado juntos; y juntos durmieron bajo aquellas blancas sábanas: con sus encajes y sus inmaculadas cintas de raso. El sueño venía por ellos; y entonces, ella le regalaba una dulce sonrisa, y él entonaba una gastada canción en su oído...y sus negras cabelleras se confundían, y ella tan solo le sonreía, mientras en vano él intentaba dilucidar en dónde acababa su mundo, y en donde comenzaba aquel otro: tan pacífico, tan tibio, tan alegre...
Sus manos se entrelazaron. Ella lo miró, como si por última vez lo viese...algo no iba del todo bien, ¿y qué importaba?; todo era aquel aquí y ahora, y luego ya no habría más. Con sus oscuros ojos, ya le había dado una mirada a aquel futuro, pero tan solo seguía allí, manteniendo aquella virginal sonrisa, sin decirle nada a él; sin querer hacerlo sufrir.
Los mundos colapsarían de un momento a otro; el fuego lo invadiría todo...y un lago silencio vendría ya después. Los años futuros se tornaban oscuros... Pero no habría cambiado nada por aquel minuto.
«Te amo», le musitó entones, con aquella vocecita tierna y musical. Hace muchos soles que aquella palabra ya no tenía sentido. Y entonces los mundos paralelos parecieron despertarse al oír aquella invocación. Los muertos de antaño dieron un suspiro…y lo compartieron con todos aquellos que vendrían después.
Y entonces la fría mano de ella se posó sobre el pecho de él...y se perdieron la una en el otro.
El alba los alcanzó perezosa. Las luces en el cielo parecían saludarlos y al mismo tiempo, decirles adiós con la mano...
Despertó sola, abrazada a su almohada. La pálida virgen siempre estuvo sola.
* adieu, mon plaisir : adiós, encanto.
Sus manos se entrelazaron. Ella lo miró, como si por última vez lo viese...algo no iba del todo bien, ¿y qué importaba?; todo era aquel aquí y ahora, y luego ya no habría más. Con sus oscuros ojos, ya le había dado una mirada a aquel futuro, pero tan solo seguía allí, manteniendo aquella virginal sonrisa, sin decirle nada a él; sin querer hacerlo sufrir.
Los mundos colapsarían de un momento a otro; el fuego lo invadiría todo...y un lago silencio vendría ya después. Los años futuros se tornaban oscuros... Pero no habría cambiado nada por aquel minuto.
«Te amo», le musitó entones, con aquella vocecita tierna y musical. Hace muchos soles que aquella palabra ya no tenía sentido. Y entonces los mundos paralelos parecieron despertarse al oír aquella invocación. Los muertos de antaño dieron un suspiro…y lo compartieron con todos aquellos que vendrían después.
Y entonces la fría mano de ella se posó sobre el pecho de él...y se perdieron la una en el otro.
El alba los alcanzó perezosa. Las luces en el cielo parecían saludarlos y al mismo tiempo, decirles adiós con la mano...
Despertó sola, abrazada a su almohada. La pálida virgen siempre estuvo sola.
* adieu, mon plaisir : adiós, encanto.
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