domingo, 30 de agosto de 2009

Canto XXXII – El Vampiro (Charles Baudelaire)


Tú que, como una cuchillada

en mi corazón lastimero has entrado:

tú que, fuerte como un rebaño

de demonios, viniste, loca y dispuesta,

de mi espíritu humillado

hacer tu lecho y tu dominio:

infame a la que estoy ligado

como el condenado a su cadena,

como al juego el jugador terco,

como a la botella el borracho,

como los piojos a la carroña,

¡maldita, maldita seas!

He suplicado la puñalada rápida

para conquistar mi libertad,

y he suplicado al veneno pérfido

para socorrer mi cobardía.

¡Ay!, el veneno y el puñal

me han desdeñado y me han dicho:

- Tú no eres digno de que se te libre

de tu esclavitud maldita.

¡Imbécil!, si de su imperio

nuestros esfuerzos te librasen,

¡tus besos resucitarían

el cadáver de tu Vampiro!

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